CARISMA de la Orden de la Santa Cruz
Por la profesión de los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia los Hermanos de la Santa Cruz procuran dar una respuesta integral al amor de Dios que nos fue revelado en Cristo crucificado.
La Orden se empeña de modo particular en: adorar a Dios por medio de Jesucristo en el Espíritu Santo, participando en el amor de Cristo con el cual Él glorificó al Padre en nombre de todas las criaturas, contemplar la Palabra y la Obra salvífica de Dios, para aprender la eminente ciencia de Jesucristo y de Su amor crucificado, seguir a Jesús en el camino de la Cruz con espíritu de expiación, completando lo que falta a las tribulaciones de Cristo por Su Cuerpo que es la Iglesia, testimoniar y proclamar a Jesucristo, único Salvador del mundo, poder de Dios y sabiduría de Dios, a través de la misión.
Estas cuatro dimensiones del misterio de nuestra salvación – adoración, contemplación, expiación y misión – expresan el carisma de los Canónigos Regulares de la Santa Cruz en su servicio a Dios y al prójimo, vivido en comunión con los santos Ángeles. El blasón de la Orden presenta dos Ángeles adorando la Cruz de nuestro Señor, teniendo ésta en el centro un círculo que representa la Santísima Eucaristía. A los pies de la Cruz se encuentra una “M”, simbolizando a María. Este blasón resume concisamente el contenido de nuestra espiritualidad.
La AdoraciÓn
La adoración a Dios encuentra su más elevada expresión en la celebración de la sagrada Liturgia. Los Hermanos de la Santa Cruz se dedican a la celebración comunitaria y solemne de la Liturgia, en la cual todo lo que es humano está dirigido y subordinado a lo que es divino, lo visible a lo invisible, la acción a la contemplación y el presente a la ciudad futura que buscamos.
Con toda la milicia del ejército celestial entonamos un himno de gloria al Señor y, venerando la memoria de los Santos, esperamos hacer parte de su sociedad, suspiramos por el Salvador, nuestro Señor Jesucristo, hasta que Él, nuestra vida, Se manifieste, y nosotros aparezcamos con Él en la gloria.
La celebración diaria del Sacrificio Eucarístico constituye el centro de la vida de los Hermanos de la Santa Cruz. Además de la Santa Misa, los Hermanos se unen a los Santos y a los Ángeles del cielo por el canto comunitario de la Liturgia de las Horas. La adoración eucarística hace parte integral de la vida cuotidiana de la Orden. En cada Monasterio el Santísimo Sacramento está expuesto para la adoración y, donde sea posible, se realiza la adoración perpetua.
La ContemplacIÓN
Siguiendo el ejemplo de María Santísima, que continuamente meditaba las palabras de Cristo en su corazón, los Hermanos de la Santa Cruz se dedican a la contemplación, bebiendo de las fuentes auténticas de la espiritualidad cristiana. Ellos se esfuerzan en imitar a los Santos y a los Ángeles con una vida de recogimiento, con simplicidad y pureza de corazón, con humildad y silencio, en busca de una vida de mayor unión con Dios. Se dice del fundador, D. Telo, que, después de haber recibido la Santísima Eucaristía, permaneció horas en la meditación de la Pasión del Señor.
La contemplación de las cosas divinas y la unión con Dios por la oración asidua es el primer deber de cada religioso. Mediante la vivencia y la abundancia de los momentos de silencio y de oración, cultiva y profundiza su relación existencial con la persona viva del Señor Jesús. La lectura espiritual hace parte del necesario “pan de cada día”. Los sacerdotes, así como los demás miembros de la comunidad, se dedican al estudio de la Sagrada Teología en fidelidad al Magisterio de la Iglesia.
La ExpiaciÓn
El Verbo Se hizo carne para salvarnos reconciliándonos con Dios. Fue Él quien nos amó y nos envió a Su Hijo como Víctima de expiación por nuestros pecados. Si Dios nos amó así, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros y dar la vida por nuestros hermanos, llevando los fardos unos de los otros.
Nuestra participación en el amor redentor de Cristo se nutre con la celebración diaria del Sacrificio Eucarístico. Para que la oblación con que, en este Sacrificio, los fieles ofrecen al Padre celeste la víctima Divina, tenga su pleno efecto, se requiere además otra cosa: es necesario que ellos se inmolen a sí mismos como víctimas. Es precisamente en la Santa Misa donde deseamos aprender el sentido de la caridad perfecta, con espíritu de reparación.
Con este mismo espíritu, los Hermanos de la Santa Cruz acompañan al Señor con oración y amor durante las horas de Su Pasión, el jueves por la noche y el viernes por la tarde (Passio Domini). La comunidad entera se reúne entonces para una Hora Santa, rezando por la santificación de los sacerdotes y por las necesidades de la Iglesia, en reparación por los pecados.La MisiÓn
Los Hermanos de la Santa Cruz, buscando por encima de todo y únicamente a Dios, procuran conciliar la contemplación con el amor apostólico para dilatar el Reino de Cristo. Ellos se esfuerzan por conservar el espíritu misionero propio de la Orden, adaptándose a las condiciones hodiernas, para que la predicación del Evangelio entre todos los pueblos se realice de manera más eficiente.
Desde los primeros tiempos en Portugal, los Canónigos Regulares de la Santa Cruz intentaron la reforma del clero, se empeñaron en la sólida preparación y formación de los sacerdotes así como en la evangelización de todo el pueblo de Dios. Esta finalidad continua siendo realizada hoy mediante la formación de candidatos al sacerdocio, la asistencia espiritual a sacerdotes y religiosos, la predicación de retiros, la pastoral ordinaria de las parroquias y la actividad misionera. De modo particular, la Orden promueve el movimiento espiritual “Obra de los Santos Ángeles”.La Passio Domini
La hora de la muerte del Señor en la Cruz, sellada con la Preciosísima Sangre de Su Corazón es el legado más sagrado de la Orden. Esta hora decisiva es tenida en gran estima en la Orden y venerada en la memoria semanal de la Passio Domini.
Como Passio Domini entendemos el tiempo de la santísima pasión redentora, especialmente la memoria del sufrimiento en el Monte de los Olivos, cada jueves por la noche, así como del sufrimiento y de la muerte de Jesús en la Cruz, cada viernes por la tarde.
Cada jueves por la noche se realiza una hora santa comunitaria delante del Santísimo Sacramento, solemnemente expuesto, en la cual participan todos los Hermanos de la Orden. De esta forma, ellos asumen como el papel del Ángel que confortó a Jesús en el Monte de los Olivos. El viernes, las horas de la Cruz, en las cuales nuestro Señor Jesucristo consumó la obra de la Redención, son consideradas como tiempo sagrado y observadas como tiempo de silencio y de oración (adoración), de contemplación y de intercesión.
Durante este tiempo, los Hermanos se reúnen delante del Santísimo Sacramento, solemnemente expuesto para una celebración comunitaria, conmemorando la Pasión y Muerte de Cristo. Especialmente en este tiempo la comunidad entera se reúne para rezar por la santificación de los sacerdotes y por las necesidades de la Iglesia, en reparación por los pecados.
Los Santos Ángeles
La misiÓn de los Santos Ángeles al servicio de Cristo y de Su Iglesia
“De la Encarnación a la Ascensión, la vida del Verbo Encarnado está rodeada por la adoración y servicio de los Ángeles” (Catecismo de la Iglesia Católica, 333), mensajeros en el cumplimiento de la misión de salvación de Dios. De su misteriosa y poderosa ayuda hasta la segunda venida de Cristo se beneficia toda la vida de la Santa Iglesia.
Su protección e intercesión rodean la vida de cada hombre, que se muestra como una batalla entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas. Así, Dios envía a Sus Ángeles para que vengan en auxilio de los hombres, de modo especial el Ángel de la Guarda.
Importancia de la ayuda angÉlica
Tan importante se muestra la ayuda de los santos Ángeles para el Pueblo de Dios, que en el Éxodo el Señor dejó depender la entrada de Israel en Tierra Santa de su atenta colaboración con el Ángel, diciendo: “He aquí que envío un Ángel delante de ti para que te proteja en el camino, y te introduzca en el lugar que te preparé. ... Si obedeces fielmente su voz, y haces todo lo que te diré, yo seré el enemigo de tu enemigo, el adversario de tus adversarios, porque Mi Ángel caminará delante de ti y te introducirá en el país” (Ex 23,20.22-23).
Incluso en nuestros días la colaboración con los Ángeles es importante. El Papa León XIII, con sabia previsión, imploró esta ayuda en la oración a San Miguel Arcángel, “príncipe de los ejércitos celestiales”; la urgencia de su ayuda fue enseguida reiterada por el Papa Juan Pablo II, en vista de los desafíos de nuestros tiempos.
Los Ángeles “co-siervos” de aquellos que “tienen el testimonio de Jesús” (Ap 19,10), ayudan a los hombres a perseverar en las pruebas espirituales, en la fe en nuestro Señor Jesucristo, en el amor de Dios, en la claridad de espíritu y en el discernimiento espiritual, a reconocer al autor de todo mal y en saber resistir a sus insidias.
Para la gloria de Dios y la salvaciÓn de la humanidad
En respuesta a los signos de los tiempos, para integrar la ayuda de los santos Ángeles en las batallas espirituales que se manifiestan en el ateísmo y en la secularización, con la disminución de la fe hasta la “apostasía silenciosa”, en la pérdida de la consciencia de pecado, en la transgresión de la ley de Dios en muchas esferas de la vida, nació la Obra de los Santos Ángeles, movimiento eclesiástico de fieles en el seno de la Iglesia una, santa, católica y apostólica, ligada a la Orden de los Canónigos Regulares de la Santa Cruz y dirigida por ella.
La Obra de los Santos Ángeles está concebida como una comunidad de fieles unidos a los santos Ángeles bajo el manto protector de María, Reina del Universo y Madre de todos los hombres. Se esfuerza en una cooperación estrecha entre los Ángeles ya unidos a Dios y los hombres redimidos, buscando con ahínco la plena comunión con Dios. Su objetivo es un conocimiento más profundo de Dios y un mayor amor a Él. Aspira a la glorificación de Dios de un modo más pleno y a la edificación y consolidación del reino de Dios en la Tierra. Miembro de la Obra de los Santos Ángeles es todo católico bautizado y confirmado que, después de un debido tiempo de preparación, hace la consagración al santo Ángel de la Guarda. Aquellos miembros que quieren empeñarse más en los fines espirituales del movimiento hacen la consagración a los Santos Ángeles.
Para más información: www.opusangelorum.org
Vida en el monasterio
El día a día de cada casa de la Orden se rige por la presencia de los mismos momentos característicos del carisma de la Orden: vida espiritual, liturgia solemne, vida comunitaria y trabajo.
En la presencia de Dios Uno y Trino y en comunión con los santos Ángeles, el día de un Hermano de la Santa Cruz comienza con la oración comunitaria de la Liturgia de las Horas. A lo largo del día rezamos en comunidad las cinco horas canónicas: Oficio de lectura, Laudes, Hora intermedia, Vísperas y Completas. Después de la meditación y contemplación personal de la Palabra de Dios, la comunidad se reúne para la celebración de la santa misa solemne conventual.
En los demás momentos del día, cada Hermano se dedica al trabajo que le fue confiado: en el estudio, en la pastoral de la Obra de los Santos Ángeles, en la elaboración y preparación de retiros y conferencias, en el acompañamiento espiritual, en la pastoral ordinaria o en los diversos servicios necesarios para el buen funcionamiento de la comunidad, desde la administración a la manutención de la casa, del jardín o de la huerta. El trabajo realizado sirve no sólo para el sustento y manutención de la comunidad, sino también es una forma de continuar la obra de la creación, imitando al Creador, además, pertenece de manera esencial al seguimiento de Cristo y de los Apóstoles, que también trabajaron con sus propias manos.
Durante el día, en cada casa de la Orden, el Santísimo Sacramento está solemnemente expuesto y cada Hermano dedica una hora a la adoración eucarística. Cada día se imparte una bendición eucarística solemne.
Al final del día, la comunidad se junta para un momento de distensión y recreo. La meditación comunitaria de la Palabra de Dios, el rezo del rosario y la oración de Completas concluyen el día a día del Hermano de la Santa Cruz.
Además del ritmo diario de la comunidad, semanalmente realizamos el pio ejercicio de la Passio Domini (Pasión del Señor). Este es el tiempo de la santísima Pasión redentora de Cristo, especialmente la memoria del sufrimiento en el Monte de los Olivos, todo jueves por la noche, así como del sufrimiento y de la muerte de Jesús en la cruz, todo viernes por la tarde. Con íntima participación y amor, los Hermanos se unen en este tiempo, durante el cual están libres de otras obligaciones, a la pasión y muerte de Jesús. Cada viernes del año es observado, en la Orden, como día de ayuno y abstinencia.
Además del retiro anual de cinco días, cada comunidad de la Orden realiza un retiro de adoración en silencio y recogimiento durante el triduo pascual, donde la Iglesia celebra el ápice de todo el año litúrgico y la Orden encuentra su origen.
Periódicamente, en comunidad, realizamos algunos paseos por la naturaleza. Estos tiempos libres sirven para la relajación, y para el fortalecimiento de la salud de espíritu y cuerpo.